abril 28, 2025

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Tucumán – Argentina

Mons. García Cuerva en el adiós Francisco: ‘Gracias, perdón y te queremos mucho’

El arzobispo porteño presidió la misa exequial en memoria del difunto pontífice, de la que participaron numerosos obispos y sacerdotes del país. Asistió la Vicepresidenta y otras autoridades.

Buenos Aires se unió este sábado en una despedida profundamente emotiva para honrar la memoria del Papa Francisco, fallecido el lunes pasado a los 88 años. El arzobispo porteño, monseñor Jorge García Cuerva , presidió la misa exequial en la catedral metropolitana, en lo que fue el acto litúrgico central en el país tras el funeral oficial realizado más temprano en el Vaticano.

Desde temprano, cientos de personas comenzaron a llegar a Plaza de Mayo, que permaneció vallada durante toda la jornada. En distintos sectores, medios de comunicación del mundo cubrían la ceremonia, que fue concelebrada por el nuncio apostólico, monseñor Miroslaw Adamczyk y los obispos auxiliares Iván Dornelles, Alejandro Pardo, Alejandro Giorgi y Pedro Cannayó, junto a obispos y sacerdotes de las diócesis del país, que viajaron especialmente para participar de la ceremonia.

La misa reunió a autoridades, referentes sociales, representantes de movimientos eclesiales y a una gran cantidad de fieles que quisieron rendirle homenaje al primer Papa argentino y latinoamericano.

Entre los presentes, lo escuchaban atentamente algunas autoridades políticas como la vicepresidente de la Nación, Victoria Villarruelel jefe de Gobierno porteño Jorge Macri, el gobernador bonaerense Axel Kicillof y el diputado nacional Eduardo Valdés, entre otros.

En su homilía, monseñor García Cuerva recordó el legado del pontífice argentino, destacando su compromiso con los más pobres, su visión profética y su incansable llamado a la fraternidad.

“El Evangelio de hoy nos dice que los que habían acompañado a Jesús estaban afligidos y lloraban. Como nosotros hoy, lloramos porque no queremos que la muerte gane”, planteó, estableciendo un paralelismo entre el dolor de los discípulos tras la muerte de Jesús y el luto actual del pueblo argentino y del mundo tras la partida de Francisco.

El arzobispo no esquivó la emoción y afirmó: “Lloramos porque se murió el padre de todos, porque ya sentimos en el corazón su ausencia física, lloramos porque nos sentimos huérfanos”.

Citando a Carlos Gardel, recordó que incluso las lágrimas pueden quedarse atascadas ante un dolor tan profundo: “Las lágrimas taimadas se niegan a brotar?”

Monseñor García Cuerva invitó luego a los presentes a no tener miedo de llorar, evocando un discurso del Papa en Manila en 2015: “Ciertas realidades de la vida se ven solamente con los ojos limpios por las lágrimas. No tengan miedo a llorar”.

La emoción era visible entre los presentes. Algunos sostenían rosarios, otros estampas, fotos y banderas.

La homilía también recorrió la vida y el pontificado de Francisco, comparándolo con María Magdalena, la primera testigo de la Resurrección: alguien que fue marginada y luego transformada por el amor de Cristo.

“Francisco fue padre de todos, pero especialmente de los últimos”, señaló y subrayó su defensa incansable de los pobres, los descartados y los marginados.

El arzobispo enumeró a continuación los “demonios” que el Papa enfrentó durante su vida: la guerra, la exclusión, la fragmentación, la indiferencia y también el “siempre se hizo así”, ese veneno que paraliza el cambio en la Iglesia.

“El testimonio de Francisco fue un faro que iluminaba la oscuridad”, aseguró.

Recordando la consigna del Papa de ser “una Iglesia en salida”, monseñor García Cuerva convocó al pueblo argentino a seguir su ejemplo, a evangelizar no desde la comodidad sino desde la periferia, desde el dolor y la esperanza compartida. “La Iglesia no necesita burócratas, sino misioneros apasionados”, insistió.

La homilía culminó con una consigna: mirar el frontispicio de la catedral metropolitana, donde se representa el abrazo entre Jacob y su hijo José, imagen elegida hace más de un siglo para simbolizar la reconciliación nacional. “Hoy volvamos allí nuestra mirada e imaginemos el abrazo que nos debemos los argentinos”, exhortó el arzobispo, en un firme llamado a la unidad.

“Como pueblo queremos darle a Francisco un gran abrazo y decirle: gracias, perdón y te queremos mucho. Pero también, hagámosle el mejor regalo: comprometernos a vivir su magisterio y a concretar, de una vez por todas, la fraternidad entre los argentinos”, concluyó.

Al finalizar la ceremonia, se llevó a cabo un recorrido simbólico alrededor de la plaza en homenaje al pontífice.+

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